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La balada del café triste de Carson McCullers

La balada del café triste (Carson McCullers)
 El espíritu de un café es algo muy diferente. Todos, hasta los más ricos y los más tragones, saben que en un café como es debido hay que portarse con educación y no se puede ofender a nadie; y que los pobres miran a su alrededor con agradecimiento, y pinchan los arenques con delicadeza y modestia, ya que el ambiente de un verdadero café tiene que reunir estas cualidades: compañerismo, satisfacciones del estómago, y cierta alegría y gracia de modales. Nadie había explicado esas cosas a los reunidos aquella noche en el almacén de Miss Amelia; pero todos parecían saberlas, aunque nunca habían tenido un café en el pueblo.
ste libro es una recopilación de relatos cuyo eje central es el que da nombre a la obra, los cuales en conjunto interpretan una sinfonía de melancolía y decadencia de lo más inteligente. En cada uno de ellos se relatan grandes dramas, cuya degradación aumenta hasta desembocar siempre en un final triste. Pero estos dramas no se narran como algo excepcional, sino de una forma tan cotidiana y pausada que parece que McCullers te esté diciendo: "No estoy contando nada extraordinario, sólo es la vida, no compadezcas a mis personajes pues te estarás compadeciendo de ti mismo. Tampoco te frustres, toma un trago, escucha algo de música, sal a tomarte un café con amigos; y acéptalo, en el fondo hasta merece la pena."

Quizá sus argumentos no sean algo trepidante ni especial, pero lo que no se le puede reprochar a McCullers es su forma de describir el interior de sus personajes. De sus personajes, y del mundo mismo. Lo primero que me maravilló de ella fueron sus pequeñas reflexiones sobre el ser humano, que aparecen de repente, sin llamar a la puerta, y que son lo mejor que ofrece. Desde el principio me encantó su forma de percibir hasta las cosas más pequeñas, como las sensaciones en el ambiente, los cambios de ánimo de un colectivo, o la comunicación no verbal. A veces McCullers me hacía sentir como si ella comprendiera el universo mucho mejor que el resto del mundo. Es capaz de describirlo todo, siempre con una prosa en un principo simple, nada extraordinaria, pero que de vez en cuando te sorprende con unas metáforas preciosas.

En esta recopilación se escucha un bajo continuo de música, alcohol y café, elementos que se repiten en todos los relatos a modo de leitmotiv. McCullers es la directora de una orquesta contaminada de insinuaciones, finales abiertos, principios in medias res y de diferentes interpretaciones, recurso a veces necesario, pero frustrante y cobarde en otras.

La balada del café triste es el más largo, y el que realmente considero imprescindible. De él me enamoró su olor a whisky y a café, así como su descripción del amor, tan deprimente y cruel como acertada, y sin una pizca de idealización. Me quedo con el relato psicológico y casi autobiográfico en Wunderkind, el tempus fugit de El transeúnte, la desolación y la ternura de Dilema doméstico, así como el maravilloso Un árbol. Una roca. Una nube., que podría entenderse como la guía de supervivencia perfecta para salir ileso del amor. Una reflexión muy curiosa y bonita, la verdad.

En conclusión, este es un libro que encuentras mientras das una vuelta por tu librería favorita, y que no te suena de nada. Aunque es una simple recopilación que no parece gran cosa, te gusta, porque tiene un título que te inquieta y atrae a partes iguales. La balada del café triste. Vale tan poco que sólo por eso te lo llevas. Y lo que sucede después ya lo he explicado a lo largo de esta entrada.

2 comentarios:

Matt dijo...

Your hipsterness has blown my hipstermeter.

Anónimo dijo...

Este libro se ve bonito y bonito *_*

 
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